Uno de los grandes desafíos del sistema escolar sigue siendo lograr que los estudiantes asistan de forma constante y sostenida.
Según datos del Ministerio de Educación (Mineduc), más del 40% de los alumnos presentó inasistencia grave durante 2023 —es decir, faltaron a más del 15% de las clases del año—. Detrás de esa cifra hay más que ausencias: hay desmotivación, desconexión y una sensación de que el colegio ya no es un lugar en el que vale la pena estar.
Durante años, muchos esfuerzos se han enfocado en controlar la asistencia: llamadas, planillas, reportes, recordatorios. Todas ayudan, pero no alcanzan. Porque la asistencia no mejora con control, sino con sentido. Los estudiantes vuelven —y se quedan— cuando estar presentes tiene propósito.
Ahí entra Skool House, una metodología que cambia la lógica del control por la del compromiso, convirtiendo la jornada escolar en una experiencia significativa.
Del individuo al equipo
Una de las fortalezas de Skool House es su enfoque colectivo.
Los estudiantes se organizan por casas o equipos, y los puntos se acumulan de forma grupal.
Si alguien falta, el grupo lo motivan; si vuelve, todos lo celebran.
Este formato refuerza el sentido de pertenencia, un factor clave en la revinculación escolar.
De hecho, estudios del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile señalan que los estudiantes con mayor conexión emocional con su curso presentan mejores niveles de asistencia y participación.
Además, las metas son mensuales y alcanzables, lo que mantiene la motivación alta y evita la frustración.
Cada semana es una nueva oportunidad para mejorar.
Del premio al reconocimiento significativo
Skool House no se basa en premios materiales ni regalos.
El foco está en reconocer el progreso y reforzar hábitos positivos.
Las recompensas son simbólicas y motivadoras: elegir la música de bienvenida, usar el emblema de la casa ganadora o disfrutar 10 minutos extra de recreo.
Cuando hay canjes materiales, estos se orientan a experiencias educativas —libros, materiales o actividades con docentes—, manteniendo la equidad y el propósito pedagógico.

Más que un juego, una nueva forma de estar presentes
Skool House demuestra que la asistencia no se trata solo de contar quién llegó, sino de darle sentido a por qué estar ahí importa.
Cuando los estudiantes sienten que cada día tiene un propósito, que su presencia contribuye al grupo y que su esfuerzo se reconoce, asistir deja de ser una obligación y se convierte en una elección.
La gamificación no reemplaza el aprendizaje, pero sí le devuelve emoción al día a día: convierte los logros en historias compartidas, los desafíos en oportunidades y la escuela en un lugar donde vale la pena estar.
En un país donde miles de niños y jóvenes aún buscan reconectarse con sus colegios, propuestas como esta recuerdan algo esencial: revincular no es solo traerlos de vuelta al aula, sino hacer que quieran quedarse.



